5 libros para leer este verano 2021

febrero 01, 2021

 



La serie de hoy. El libro del momento.

El personaje de tu vida.

El libro en el que se inspira la miniserie más vista de la historia de Netflix.


Sinopsis

Beth se enteró de la muerte de su madre por una mujer que llevaba un portapapeles. Al día siguiente su foto apareció en el Herald-Leader. La fotografía, tomada en el porche de la casa gris de Maplewood Drive, mostraba a Beth con un sencillo vestido de algodón. Incluso entonces, se la veía claramente poco agraciada. El pie de la foto decía: «Huérfana tras la colisión de ayer en New Circle Road, Elizabeth Harmon se enfrenta a un futuro problemático. Elizabeth, de ocho años, se quedó sin familia tras el accidente, donde murieron dos personas y resultaron heridas otras. Sola en casa en ese momento, Elizabeth se enteró del accidente poco antes de que se tomara la foto. Las autoridades dicen que será bien atendida».

En el Hogar Methuen de Mount Sterling, Kentucky, Beth recibía tranquilizantes dos veces al día. Igual que todos los otros niños, para «aliviar su carácter». El carácter de Beth era bueno, pero se alegraba de recibir la pequeña píldora. Aflojaba algo profundo en su estómago y la ayudaba a soportar las tensas horas en el orfanato.

El señor Fergussen les daba las píldoras en un vasito de plástico. Junto con la verde que aliviaba su carácter, había otras naranjas y marrones para crecer fuerte. Los niños tenían que ponerse en fila para recibirlas......


La niña más alta era la negra, Jolene. Tenía doce años. El segundo día Beth estaba con ella en la cola de las vitaminas y Jolene se volvió a mirarla con el ceño fruncido.

—¿Eres huérfana de verdad o bastarda?

Beth no supo qué decir. Estaba asustada. Estaban al final de la cola, y se suponía que tenía que esperar allí hasta que llegara a la ventana donde se hallaba el señor Fergussen. Beth había oído a su madre llamar bastardo a su padre, pero no sabía qué significaba.

—¿Cómo te llamas, niña? —preguntó Jolene.

—Beth.

—¿Tu madre está muerta? ¿Y tu padre?

Beth se la quedó mirando. Las palabras «madre» y «muerta» eran insoportables. Quiso huir, pero no había ningún sitio adonde hacerlo.

—Tus padres —dijo Jolene con un tono que no carecía de compasión—, ¿están muertos?

Beth no pudo encontrar nada que decir o hacer. Permaneció aterrorizada en la cola, esperando las píldoras.

—¡Sois todas unas chupapollas ansiosas!

Era Ralph en el pabellón de los chicos quien gritaba eso. Ella lo oyó porque estaba en la biblioteca, donde había una ventana que daba a ese pabellón. No tenía ninguna imagen mental para «chupapollas» y la palabra era extraña. Pero sabía por el sonido que le lavarían la boca con jabón. Se lo habían hecho a ella por decir «joder», aunque su madre decía «joder» todo el tiempo.

El barbero la hizo sentarse absolutamente quieta en la silla.

—Si te mueves, puedes perder una oreja.

No había nada jovial en su voz. Beth permaneció lo más quieta que pudo, pero era imposible permanecer completamente inmóvil. Tardó mucho tiempo en cortarle el pelo y darle el flequillo que llevaban todas. Trató de entretenerse pensando en aquella palabra, «chupapollas». Lo único que podía imaginar era un pájaro, como el pájaro carpintero. Pero le parecía que no era eso.

El bedel era más gordo por un lado que por el otro. Se llamaba Shaibel. Señor Shaibel. Un día enviaron a Beth al sótano a limpiar los borradores golpeándolos entre sí, y se lo encontró sentado en un taburete de metal cerca de la caldera contemplando con el ceño fruncido un tablero de damas de cuadros blancos y verdes que tenía delante. Pero donde deberían estar las damas había figuritas de plástico de formas curiosas. Algunas eran más grandes que otras. Había más de las pequeñas que de las demás. El bedel alzó la cabeza y la miró. Ella se marchó en silencio.

El viernes, todo el mundo comía pescado, fuera católico o no. Venía cortado en cuadritos, empanado con una corteza oscura, marrón y seca con densa salsa de naranja, como aderezo francés embotellado. La salsa era dulce y terrible, pero el pescado que había debajo era aún peor. El sabor casi la hacía vomitar. Pero había que comérselo todo, o la señora Deardorff se enteraría y no te adoptaría nadie.

Algunos niños eran adoptados inmediatamente. Una niña de seis años llamada Alice vino un mes después que Beth y la adoptó a las tres semanas una pareja de aspecto agradable y acento raro. Atravesaron el pabellón el día que vinieron a por Alice. Beth quiso echarse en sus brazos porque le parecieron felices, pero se dio la vuelta cuando la miraron. Había otros niños que llevaban allí mucho tiempo y sabían que no saldrían nunca. Los llamaban «perpetuos». Beth se preguntaba si lo sería ella.

La gimnasia era mala, y el voleibol era lo peor. Beth nunca podía darle bien a la pelota. La golpeaba ferozmente o la empujaba con los dedos tiesos. Una vez se lastimó tanto el dedo que se le hinchó después. La mayoría de las niñas se reían y gritaban cuando jugaban, pero Beth no lo hacía nunca.

Jolene era la mejor jugadora con diferencia. No solo porque era mayor y más alta, sino porque siempre sabía exactamente lo que había que hacer, y cuando la pelota pasaba alta por encima de la red, se colocaba debajo sin tener que gritarles a las demás que se apartaran, y entonces saltaba y la golpeaba con un largo y suave movimiento del brazo. El equipo que tenía a Jolene ganaba siempre.

La semana después de que Beth se lastimara el dedo, Jolene la detuvo cuando terminó la gimnasia y las demás corrían hacia las duchas.

—Déjame que te enseñe una cosa —dijo Jolene. Alzó las manos con los largos dedos abiertos y levemente flexionados—. Hazlo así.

Dobló los codos y empujó las manos hacia arriba suavemente, envolviendo una pelota imaginaria.

—Inténtalo.

Beth lo intentó, torpemente al principio. Jolene le hizo una nueva demostración, riendo. Beth lo intentó unas cuantas veces más y mejoró. Luego Jolene agarró la pelota e hizo que Beth la capturara con las yemas de los dedos. Después de unas cuantas veces, fue fácil.

—Ahora trabaja en eso, ¿me oyes? —dijo Jolene, y corrió a las duchas.

Beth practicó durante una semana, y después dejó de importarle el voleibol. No mejoró, pero ya no era algo que temiera.

Todos los martes, la señorita Graham, después de aritmética, enviaba a Beth abajo con los borradores. Era considerado un privilegio, y Beth era la mejor estudiante de la clase, aunque era la más pequeña. No le gustaba el sótano. Olía rancio, y el señor Shaibel le daba miedo. Pero quería saber más sobre aquel juego que jugaba solo en aquel tablero. Un día se acercó y se detuvo a su lado, esperando que moviera una pieza. La que estaba tocando era la de la cabeza de caballo en un pedestal. Un segundo después él la miró con gesto irritado.

—¿Qué quieres, niña? —dijo.

Normalmente ella huía de cualquier encuentro humano, sobre todo con los adultos, pero esta vez no retrocedió.

—¿Cómo se llama ese juego? —preguntó.

Él la miró.

—Deberías estar arriba con las demás.

Ella lo miró a la cara. Había algo en este hombre y en la firmeza con la que jugaba a este misterioso juego que la ayudó a aferrarse a lo que quería.

—No quiero estar con las demás —respondió—. Quiero saber a qué está jugando.

Él la miró con más atención. Luego se encogió de hombros. —Se llama ajedrez.

Una bombilla pelada colgaba de un cable negro entre el señor Shaibel y la caldera. Beth tenía....




¿Es posible ir más allá del día a día y experimentar el grado más alto de conciencia? Deepak Chopra nos da la certeza de que la conciencia superior es alcanzable aquí y ahora.



El maestro y autor bestseller Deepak Chopra descubre los secretos para superar nuestras limitaciones y acceder a un campo de posibilidades infinitas. ¿Cómo lo conseguimos?

Convirtiéndonos en metahumanos. Ser metahumanos significa vencer las construcciones de la mente que subyacen bajo la ansiedad, la atención y el ego, y entrar en un nuevo estado de conciencia en el que deliberadamente tenemos experiencias clave que pueden transformar la vida desde lo más profundo. No se trata sólo de mindfulness o meditación, sino de despertar: expandir nuestra conciencia hacia todo lo que pensamos, decimos y hacemos, con el fin de darle sentido a la vida. Para hacer posible esta práctica, Chopra culmina el libro con una guía de 31 días para convertirnos en metahumanos.

Una vez que despertamos -dice-, la vida se transforma porque la conciencia plena amanece en nuestras vidas. Sólo entonces se manifiesta nuestro potencial infinito.

«En su nuevo y brillante libro, Deepak Chopra argumenta con éxito que la conciencia es la única creadora del ser, la mente, el cerebro, el cuerpo y el universo como lo conocemos. Después Deepak nos enseña que cuando comprendemos verdaderamente esta idea revolucionaria, serán removidos de forma efectiva los sistemas de pensamiento limitante y la negatividad que nos impiden alcanzar nuestro máximo potencial humano. ¡Sumamente recomendable!» -Dr. Rudolph E. Tanzi, profesor de Neurología en la Escuela de Medicina de Harvard, y coautor de los bestsellers El yo sanador, Supercerebro y Supergenes

«¡Metahumano es una poderosa llamada para despertar! Al fusionar brillantemente conocimientos científicos y holísticos, Deepak Chopra nos permite ir más allá de los constructos mentales ilusorios para atestiguar la realidad sin límites. ¡Sólo así podremos alcanzar nuestro potencial total!» -Dr. Lars Buttler, cofundador y ceo de la Artificial Intelligence Foundation

«Al integrar descubrimientos recientes de neurociencia, endocrinología y psicología, Deepak Chopra demuestra en términos concretos cómo las restricciones reduccionistas y materialistas de la naturaleza humana son simplemente incorrectas y limitan seriamente a aquellos que las sostienen. Este libro es un parteaguas.» -Allan Leslie Combs, PhD, profesor de Estudios de la Conciencia en el Instituto de Estudios Integrales de California

«En Metahumano, Deepak Chopra nos brinda una guía paso a paso para volver a imaginar la realidad del mundo en que vivimos, una realidad que no está limitada por las creencias y entendimiento que tenemos sobre el mundo material y físico, sino por lo ilimitado de nuestra intención y energía.» -Robert LoCascio, fundador y ceo de LivePerson.




Cómo ser mamá o papá, criar solos, y sobrevivir.


Con humor y conocimiento de causa, la guionista Sandra Arriagada y el comediante Pedro Ruminot, abordan la tarea de criar a los hijos sin una pareja al lado. En la sociedad chilena, las familias monoparentales son un modelo cada vez más frecuente, tanto a partir de una separación, como ante el deseo de tener hijos, aun no teniendo pareja.

Criar sol@ como «madrepadre». Criar con expareja, peloteándose al hijo. Criar en tuición compartida sincronizada y perfecta, tratando de ser mejores padres de lo que se logró como pareja constituida.

Armar nuevas relaciones, compatibilizar el trabajo y muchas otras historias y anécdotas de una experiencia cada vez más común. Pero no por eso menos difícil (ni menos chistosa).





la perra es una novela sobre el amor de las madres, la traición, la lealtad, la culpa y la soledad de las relaciones humanas.

IV Premio Biblioteca de Narrativa colombiana.



—Esta mañana la encontré ahí, patas arriba —dijo doña Elodia señalando un lugar en la playa donde se juntaba la basura que el mar traía o desenterraba: troncos, bolsas plásticas, botellas.

—¿Envenenada?

—Yo creo.

—¿Qué hicieron con ella? ¿La enterraron? 

Doña Elodia dijo que sí con la cabeza:

—Mis nietos.

—¿Arriba en el cementerio?

—No, aquí nomás en la playa.

Muchos perros del pueblo morían envenenados. Alguna gente decía que los mataban aposta, pero Damaris no podía creer que hubiera personas capaces de hacer algo así y pensaba que los perros se comían por error las carnadas con veneno que dejaban para las ratas o a las ratas que estando envenenadas eran fáciles de cazar.

—Lo siento —dijo Damaris.

Doña Elodia solo asintió. Había tenido esa perra mucho tiempo, una perra negra que se la pasaba echada junto al estadero y andaba detrás de ella para todos lados: la iglesia, la casa de la nuera, la tienda, el muelle… Debía estar muy triste, pero no lo mostraba. Dejó al cachorro que acababa de alimentar con una jeringa que llenaba con la leche de una taza y agarró otro. Había diez y eran tan pequeños que no habían abierto los ojos.

—Tienen seis días de nacidos —dijo doña Elodia—, no van a sobrevivir.

Ella había sido vieja desde que Damaris tenía memoria, usaba unas gafas de vidrios gruesos que le agrandaban los ojos y era gorda de la cintura para abajo, una persona de pocas palabras que se movía con lentitud y se mantenía tranquila hasta en los días más ocupados del estadero, cuando había borrachos y niños que corrían por entre las mesas. En cambio, ahora se le notaba el agobio.

—¿Por qué no los reparte? —dijo Damaris.

—Y.......





                                              Tres hermanas en Berlín.


Berlín, mayo de 1945: es la hora cero, la ciudad está en ruinas, así como las almas de sus gentes. Los grandes almacenes Thalheim am Ku'damm también han quedado completamente destruidos. Rike, Silvie y Florentine, las tres hermanas herederas del negocio, contemplan aterradas y petrificadas las ruinas del orgullo familiar. Pero Rike no está dispuesta a que su vida transcurra entre los escombros. Ella tiene un proyecto y está dispuesta a dejarse la piel para llevarlo adelante: reconstruir los grandes almacenes y darle color al triste Berlín de la posguerra con telas refinadas, colores pastel y las últimas creaciones de moda. Después de la reforma monetaria, la gente empieza a tener ganas de consumir, de participar de lo que parece un nuevo milagro económico, de olvidar la guerra y la miseria. Sin embargo, los nuevos tiempos arrastran problemas del pasado y cuando un oscuro secreto parece arrojar una luz nada gloriosa sobre las galerías de moda y su historia, las tres hermanas se darán cuenta de que el pasado sigue muy vivo.....






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